El arte como factor de concientización

Luz María Vázquez Díaz,
Doctora en Historia del Arte

El 8 de diciembre de 2017, el periódico El País difundió la siguiente noticia: “en el sur de Egipto, a mil kilómetros de El Cairo, río Nilo abajo, se encuentra la ciudad de Asuán. Allí en el año 2000 antes de nuestra era, una mujer entre 35 y 40 años enfrentó una situación de dolor insoportable provocada por una metástasis completa”. Fue la Universidad de Jaén que realizó un diagnóstico a la osamenta y refirió que en vida había sufrido cáncer de mama. Lo que significa que se trata del caso más antiguo documentado científicamente hasta el momento. Sin embargo, no sólo los vestigios bio arqueológicos nos hablan de esta enfermedad, también el arte brinda otro camino para explorar temas profundamente personales de la vida como es el cáncer de mama. En esta ocasión revisaremos cómo los artistas, a partir del Renacimiento, evidencian en su pintura y escultura esta afectación.

El periodo renacentista se caracteriza por su apertura al conocimiento en los sectores civiles, dejando de lado lo que la Iglesia mantenía como privativo. El ser humano se convierte en el centro del universo desplazando el pensamiento teocéntrico. Es un periodo de búsqueda continua, de explicaciones racionales, de curiosidad científica. En las artes derivó en una representación realista; se enfatizó en el estudio pormenorizado de la anatomía. Ello da pauta para entender la obra de Rafael Sanzio titulada “La Fornarina” , que muestra a una joven de torso semidesnudo con actitud desenvuelta y confiada con el artista; dirige su mano derecha al seno enfermo, señalando una alteración en la parte baja del mismo, donde se alcanza a apreciar un hoyuelo que puede interpretarse como cáncer de mama.

Peter Paul Rubens nos presenta en “Las Tres Gracias” , a tres divinidades (Áglae, Eufrosine y Talía) asociadas a la belleza, júbilo y abundancia. El artista las presenta de acuerdo al mito griego, situadas en una naturaleza abundante y floreciente, poblada de elementos simbólicos como, por ejemplo, los ciervos relacionados al amor y el deseo; el surtidor de agua tiene forma de Cupido, quien a su vez sujeta una cornucopia, símbolo de abundancia. El rostro de la Gracia de la izquierda está inspirado en la segunda esposa del pintor, Helena Fourment, símbolo del amor que sentía por ella. La Gracia de la derecha muestra en su seno izquierdo una alteración relacionada con el cáncer de mama. Los científicos afirman “…presenta una úlcera abierta con enrojecimiento de la piel, retracción del pezón, reducción del volumen mamario y aumento de tamaño axilar”.

Dentro del arte manierista e inspirado en la escultura de “La noche” del maestro Miguel Ángel, el artista Ridolfo del Ghirlandaio realizó una obra más detallada a la que tituló “Alegoría de la noche”, se trata de una mujer desnuda recostada, quien porta en su frente una boina con la imagen de una estrella y una luna, aduciendo a su propio nombre. La alegoría se encuentra rodeada de adormideras, es decir, flores que inducen al sueño. Aparece una lechuza, que iconográficamente simboliza la noche, lo oscuro, lo nocturno. En la desnudez de su cuerpo presenta de manera explícita la deformación del seno izquierdo empequeñecido, además de un bulto en el pezón con la aureola irritada.

Por otro lado, Tommaso d’Antonio Manzuoli, mejor conocido como Maso de San Friano, nos ofrece su obra titulada “La alegoría de la fortaleza” representada por una mujer en primer plano sentada sobre un león como símbolo del dominio de la fuerza; a su lado, una columna de estilo clásico que refiere a la fortaleza. En segundo plano se encuentra un hombre luchando con un león y más alejado hacia el horizonte, se percibe a un personaje cargando una columna. La alegoría de la fortaleza muestra en su pecho izquierdo la afectación del cáncer de mama. Es un pecho inflamado, ulcerado y necrosante, es decir, con el tejido muerto..

En el mismo contexto, el maestro Miguel Ángel nos regala una escultura ubicada en la tumba de Giuliano de’ Medici, en Florencia. Es un conjunto arquitectónico de mármol prístino de carrara que tiene dos esculturas alegóricas: el día representado por el hombre de impresionante musculatura y la noche (la mujer), quien decae bajo la impasibilidad de su rostro. Esta última es la que nos interesa, ya que muestra en su seno izquierdo un pezón retraído, característico del cáncer de mama.

Se presenta la obra de Rembrandt titulada “Betsabé con la carta de David” , a quien se capta en el momento que lee la carta enviada por el rey David invitándola a su palacio. Es una escena extraída del relato bíblico del Libro II de Samuel. Rembrandt representa el cuerpo de Betsabé desnudo y al observar su pecho izquierdo hay una tumoración que se extiende a la axila y que bien puede asociarse con el cáncer de mama. Se sabe que el artista tomó como modelo para este cuadro a Hendrickje Stoffels, su segunda esposa, quien falleció pocos años después de realizada esta obra.

El cáncer de mama siempre ha estado presente en la vida del ser humano; sin embargo, la revisión a través de la historia del arte apela a nuestra conciencia, sentimientos, emociones y facultad de reflexionar sobre esta enfermedad, requerimos de una sociedad empática y nunca indiferente.

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