El proyecto surge de la necesidad de habitar un departamento de fin de semana de 132 m2 ubicado en la Zona Dorada de la ciudad de Mazatlán, en el estado de Sinaloa.
El diseño del inmueble está conformado por diferentes momentos: un largo pasillo distribuidor, en donde uno de sus extremos alberga las recámaras, mientras que en el recorrido se ubican las áreas de servicio y en el otro extremo remata de manera cálida y acogedora con el área común.
Este nuevo espacio busca convertirse en un momento de experiencia diferente y de escape al ambiente del lugar de residencia del propietario, creando un momento luminoso, fresco y audaz que fomente la interacción entre los visitantes.
El punto focal del proyecto es el área común conformada por una sala, barra y cocina, donde se desea crear una atmósfera luminosa, que es posible gracias al gran ventanal que cuenta con una de las mejores vistas al mar del puerto.
Para controlar el caudal de luz se instaló una cortina de tela ligera que no cubre en su totalidad la comunicación con el exterior. La paleta de colores, texturas y la propia arquitectura de la casa la hacen el espacio ideal para relajarse y desconectarse de la rutina.
Pensando que lo más importante es el espacio y la luz, se apostó por colores claros en los muros y plafones, piedras de color blanco y gris con vetas interesantes, madera de color claro que ayuda a mantener un espacio relajado y acentos en color negro que permiten mantener estimulados los sentidos.
El interior tiene una decoración con una paleta de colores suaves y texturas variadas con acentos en metales de color dorado que provocan un contraste interesante con el resto del espacio.
La iluminación es uno de los aspectos más llamativos del proyecto debido a que el espacio puede ser iluminado de manera inteligente controlando el tipo de luz y el color que se desea, dando como resultado un espacio que puede dar ambientes con sensación más tranquila y tradicional, o puede transformarse en una atmósfera completamente diferente, que invite a la convivencia de personas y la celebración. La paleta de colores se conserva en todo el departamento, y el área de vestíbulo y pasillo no es la excepción; en este espacio se crea un entorno interesante, debido a que se colocaron paneles de madera y espejo que transforman la percepción del espacio que, aunado a la iluminación, provoca diferentes sensaciones dando como resultado un recorrido que logra ser estimulante.
“Quería que el departamento luciera cálido, con mucha luz, elegante y de noche se transformara en un bar”.
Las habitaciones siguen el mismo estilo decorativo que en el resto de la casa; sin embargo, se dotó de diferente carácter a cada una de ellas. Gran presencia de madera, amplios ventanales con interesantes vistas que complementan el interior de las recámaras. La habitación principal se mantiene con carácter relajado, luminoso y elegante, sin perder el toque audaz con un recubrimiento de piedra natural exótica que provoca los sentidos, además de colgantes con una iluminación fuera de lo común. Las recámaras secundarias cuentan con una decoración sencilla y con una cabecera de gran presencia. Diseño de mobiliario se hizo a medida para lograr un balance en la escala de los espacios y se eligieron colores claros y texturas que inviten al descanso.
El departamento de playa debe acoger una decoración que aporte armonía. El mobiliario y también las telas, independientemente del estilo, son elementos que debemos cuidar al máximo para un ambiente costero. Sofás cómodos para siestas de verano, una cocina social donde se puedan reunir familia y amigos. Tampoco hay que olvidar las alfombras para poder ir descalzos; algodones y linos son de gran ayuda para sentir la naturaleza en casa.
Arquitectura y diseño de interiores: Luis Franco Arquitectos.
Ubicación: Mazatlan, Sinaloa.
Año: 2022.
Área construida: 132 m2.
Fotografía: Jorge Fregoso.