AL ALCANCE DE MÁS

por FERNANDO MERINO

Representante de artistas plásticos; su labor principal es promocionar arte latinoamericano en Canadá. @republik52

En 2022 celebramos el centenario del muralismo mexicano. Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco son de los artistas más radicales y disruptivos que nuestro país ha dado. Se les encargó la difícil tarea de representar y unificar a través del arte a una sociedad post revolucionaria, dividida y en búsqueda de una identidad en común. Su trabajo sigue siendo reconocido y son un referente del arte moderno internacional.

A lo largo de 20 años o más han habido fuertes cambios políticos y sociales; una esperanza renovada. Sin embargo, la ilusión duraría poco. Debido a las constantes crisis económicas, los presupuestos de cultura siempre serían los primeros en ser recortados reduciendo cada vez más la promoción de nuevos talentos y espacios de exposición. Como contrapeso a la falta de apoyo oficial, el mercado del arte crecería día a día brindando, aunque sea de una manera limitada, el desarrollo de nuevos talentos y promoción a nivel nacional e internacional. Con la apertura de galerías locales de bajo perfil, la adquisición de arte dejaría de ser algo exclusivo de las élites sociales. José Luis Cuevas, Rafael Cauduro, Arturo Rivera y Francisco Toledo han fallecido. A este último nadie lo ha podido reemplazar como líder social y agente de cambio. Maestros como Sergio Garval, Daniel Lezama y Sergio Hernández encabezan un periodo de transición.
El principal reto de la pintura mexicana a nivel internacional es mostrarle al mundo que México es mucho más que folclore, playas y narcos. Artistas como Erika Harrsch, Ermilo Espinosa, José Luis Ramírez y Carlos Génova lo están logrando. La mayoría de ellos son representados por galerías en el extranjero y constantemente participan en las ferias de arte más importantes en el mundo. El street art se ha convertido en el tipo de arte más buscado por coleccionistas internacionales. Entre nuestros más grandes exponentes se encuentran Rubén Carrasco, Curiot, Jacobo Roa, Paola Delfín y Adry del Rocío. Todos ellos trabajando más en el extranjero que en México.

Hace 100 años, los tres grandes lo lograron. Nos dieron identidad, nos unificaron. México puede ser unificado de nuevo a través del arte. Esto podría ser el regalo más grande que nos dé la pintura contemporánea. Sin embargo, este gremio primero se tiene que unir. Tenemos que entender que el arte evoluciona casi al mismo ritmo que la tecnología y que el tener una visión diferente en lugar de confrontarnos nos diversifica, nos enriquece. La pintura mexicana podría vivir su mejor momento. Al sur del Rio Bravo habitamos más de 130 millones de mexicanos y compartimos una historia turbulenta. Sexenio tras sexenio se nos ha dicho que pertenecemos al primer mundo, pero ese sueño es cada vez más lejano. Sin embargo, seguimos de pie. “Pies para qué los quiero si tengo alas para volar”. Con esta frase Frida resumiría nuestro espíritu inquebrantable: cálidos de corazón, con los ojos puestos en el futuro.