Casa Gavilán posa sus distintas volumetrías al ritmo impuesto por el movimiento del sol, la brisa del lago y los vientos del norte, logrando algunas de las mejores vistas del Valle de Bravo desde el cerro El Santuario. Bravo.
El reconocimiento de las condiciones de orientación y topografía marcan la concepción del proyecto garantizando ventilación, confort térmico y las mejores vistas del lago para cada una de las cinco habitaciones y áreas comunes de la casa, sin impedimento entre un espacio y el siguiente. Un eje recorre longitudinalmente el terreno, donde la topografía encuentra sus diferencias menos significativas y desde donde se desprenden distintas plataformas con el propósito de encontrar también niveles similares para obtener espacios interiores y/o las extensiones exteriores de los mismos. El fin de esta estrategia es la de mantener los movimientos de terreno en los mínimos indispensables y conservar el entorno y configuración natural en que la casa se emplaza.
Las piezas volumétricas que conforman el proyecto se despliegan en una serie de reglas que procuren una lógica entre su desplante, su estructura y el carácter del programa que contienen. Una serie de bloques de piedra se alejan entre sí en el eje “X” para dar paso a circulaciones entre cada una de las habitaciones. Estos mismos módulos se desplazan en el eje “Y” para encontrar privacidad entre uno y otro, y mantener panorámicas idénticas entre ellos. Por último, en el eje “Z”, un conjunto de piezas más ligeras se posan en cada uno de estos basamentos de piedra para terminar por configurar el programa definitivo de la casa.
Un proyecto con profunda sensibilidad a un contexto natural, que ya no reclama su territorio original, sino que celebra compartirlo.
La lectura volumétrica es, por lo tanto, sencilla aunque robusta. Módulos de piedra surgen desde el cerro y soportan, a su vez, volúmenes más ligeros en su materialidad, lo que permite un juego de niveles y alturas que procuran siempre vistas libres y francas para cada uno de los espacios. La casa pretende partir desde su contexto natural, mostrar parte de su volumetría como una intervención que descansa en muros y columnas que parecieran nacer de la tierra misma. Un proyecto que genuinamente se vuelve parte del paisaje, y que parece posarse amablemente en el terreno.
Dentro de la casa, la experiencia pretende ser la misma: materiales y texturas cálidas, pero profundas, que se ven modificadas durante todo el día e incluso la noche, por una segunda trama de texturas aportadas por la luz natural o por el cuidadoso diseño de iluminación. Piedra extraída y labrada localmente, maderas nacionales certificadas y textiles artesanales colaboran entre sí para ser el paralelo ideal de una naturaleza que ya no reclama su territorio original, sino que celebra compartirlo.
Arquitectura y Construcción: WORC+Aparente.
Ubicación: Valle de Bravo, Estado de México.
@worc.studio y @aparente.studio
Año: 2021.
Área construida: 620 m2.
Arquitectos a cargo: Ricardo Martínez, Camila Ureña, Yaffa Sefchovich, Xavier Plata.
Equipo de diseño: Matilde Ruiz, Gabriela Urbina, Juan Carlos Mejía, Eric Monterde.
Equipo Construcción: Alejandro Valdés, Alberto Pérez, Martha Serra.
Fotografía: José Luis MR.