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SENTIMIENTO CAMPESTRE

Proyecto y construcción: Eduardo Reims, Jorge Reims/ Reims Arquitectura. @reims_502

FOTOGRAFÍA: RICARDO JANET

Palermo Lago es una residencia campestre que integra los ideales de una familia cuya máxima aspiración es vivir fuera de los confines urbanos, en un ambiente natural, remoto y lleno de paz.

Aunque su condición de aislamiento es palpable por su ubicación fuera del tejido urbano, el propósito del proyecto es completamente opuesto, ya que es una casa diseñada para el fomento de las actividades sociales que la familia tanto disfruta, mismas que giran en torno a su pasión por las actividades ecuestres, deportes acuáticos, la enología y, sobre todo, la vida del campo.

El partido arquitectónico es determinado por los frentes aprovechables para estos propósitos, en donde el sur y el poniente, que se alinean al lago y al campo de polo, respectivamente, definen el trazo de la casa, sus vistas y, sobre todo, el hilo conductor que confecciona todas las posibles áreas públicas de esparcimiento al aire libre en un paseo lineal que corre desde el acceso principal al predio, se desarrolla a lo largo del lago y culmina en la terraza social, coronando bajo su sombra, la cabecera del campo de polo.

El trazo unificador de las amenidades al aire libre condujo a que el proyecto naciera de un esquema lineal y continuo, y el centro del trayecto resultó ser la ubicación óptima para ubicar el espacio de mayor importancia y corazón de la vivienda: el gran salón, cuyo propósito es concentrar bajo un mismo techo y dentro de un mismo espacio abierto en doble altura todas las posibles actividades que involucran la interacción familiar y social.

Además de ser un contundente primer impacto visual al ingresar a la vivienda, un eficiente articulador del programa público y privado en dos niveles, y un ambiente reconfigurable, el gran salón es un espacio cuyo propósito central es dotar de luz, permitir el paso de la ventilación natural proveniente desde el sur y acarrear la constante brisa del lago al interior de la casa, refrescando desde lo público hasta lo más profundo del programa privado en planta alta, con la finalidad de mantener temperaturas interiores confortables durante todas las temporadas del año en una región donde el clima es semidesértico y caluroso 10 meses.

Durante los meses fríos, estos mismos ventanales orientados al sur permiten el paso de los rayos solares para generar una ganancia térmica y calentar el interior, sobre todo, los espacios privados de la casa ubicados en planta alta.

Alrededor y de manera contigua al gran salón, en planta baja se articulan espacios complementarios a su propósito, destacando la cocina gourmet, la cava, el comedor, el salón de juegos, la terraza y el salón de la memoria familiar.

Comunicado con el gran salón como mezzanine semi-privado en planta alta, se encuentra el estudio familiar, espacio abierto y continuo que se adapta de acuerdo con las necesidades diarias y dinámica familiar temporal. Este espacio articula, a manera de bisagra, las dos zonas privadas de la casa que se encuentran en polos opuestos: la recámara principal y las recámaras de los hijos. La orientación de cada una de estas zonas fue determinada con base en la vista de mayor preferencia de acuerdo con sus usuarios, siendo las recámaras de los hijos dirigidas hacia el lago por su afición a los deportes acuáticos y la recámara principal hacia el campo de polo, debido a la pasión de los propietarios por la vida ecuestre.

Con ambos extremos volados, que jerarquizan tanto el acceso principal como la sombreada terraza social, la forma arquitectónica del proyecto está definida por una masa portante de concreto armado que, además de evidenciar su estructura, funge como lienzo sobre el cual canteras queretanas, piedras naturales, durmientes reciclados de antiguas vías férreas de la zona, maderas nacionales tratadas al aceite y acero, todo domesticado por el oficio de la mano de obra local, complementan la paleta material de esta composición arquitectónica.

Finalmente, el objetivo detrás de la materialidad de la casa es propiciar un ambiente campestre-atemporal, que aunque formalmente nos habla de su época, se mantiene abierta a la intervención y pátina del tiempo donde creemos que la intemperización de los materiales seleccionados y el apoderamiento de la vegetación sobre su lienzo de concreto terminaran de culminar esta obra que pretende, al igual que el vino, envejecer con gracia, mejorar con el paso de los años y adquirir un mayor sentido de pertenencia con su sitio y su contexto.

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